lunes, 4 de enero de 2010

TO y ICTUS


Ana Mª Domingo, terapeuta ocupacional de la Unidad de Rehabilitación de Media Estancia del Hospital de Guadarrama de Madrid, trabaja con pacientes afectados por el ictus. (Enfermedad caracteriza por un déficit neurológico ocasionado por la disminución del aporte sanguíneo cerebral)

En primera instancia, los pacientes, normalmente en la fase aguda de la enfermedad, son evaluados por el médico rehabilitador, el cual realiza una historia clínica y hace las correspondientes derivaciones a los profesionales, entre ellos el terapeuta ocupacional. Este actúa de la forma siguiente;

Se realizan las correspondientes valoraciones de los diversos campos:

  1. Valoración de las ABVD mediante observación directa junto con la información de los familiares. Se hace hincapié en las básicas y en ocasiones especiales las instrumentales.
  2. Valoración motora de las extremidades superiores, flexión del hombro, codo, muñeca, así como contracturas, deformidades, hipotonía, hipertonía, y sinergesias. Podemos incluir en este punto, el control postural y el equilibrio.
  3. Valoración de la sensibilidad táctil y propioceptiva detectando las dificultades de interpretación e integración de todos los mensajes sensoriales procedentes de los medios externos e internos.
  4. Valoración de déficit perceptual; los más importantes son los siguientes: imagen corporal, déficit espacial, síndrome de negligencia, agnosia, alteraciones o déficit visual, y apraxia. En esta se diferencian; apraxia ideomotora, apraxia ideacional, apraxia constructiva, apraxia del vestido.
  5. Valoración cognitiva;  nos encontramos con alteraciones de las capacidades mentales, de aprendizaje y organizativas referidas al razonamiento abstracto. Así como trastorno del habla, del lenguaje y disartria. Existen pruebas estandarizadas que cubren la mayoría de las áreas de percepción y cognición muy útiles para detectar estos déficits, entre ellas: COTNAB, MEANS…
  6. Valoración entorno/domicilio; lo ideal es acudir al domicilio del paciente, para realizar allí una valoración de las barreras arquitectónicas así como de las ayudas técnicas correspondientes.

Una vez que se han desarrollado estas valoraciones se pasa al tratamiento, el cual se organiza en sesiones de 30 minutos. Siendo las intervenciones básicas las que se exponen a continuación:

  1. Actividades de la vida diaria; volteos y movilidad en la cama, con ejercicios a realizar en la misma. Postura correcta para comer, transferencias, aseo, vestido, y deambulación por el hogar.
  2.  Tratamiento motor; de una forma global, en la que se incluyen, el tronco, la cintura pélvica, el miembro inferior, la cintura escapular y el miembro superior. También se tiene en cuenta las medidas higiénico posturales para facilitar las posiciones correctas a llevar a cabo tanto por el usuario como por sus familiares.
- Tratamiento motor del miembro superior
El miembro debe trabajarse después de haber logrado un buen control del tronco para no provocar un “hombro doloroso”. Se inhibe el tono si se presenta en exceso y a continuación se estimulan los grupos musculares más debilitados mediante: estimulación táctil, propioceptiva, frío…El tratamiento comenzará en sentido proximal a distal por lo tanto las actividades en principio implicarán patrones de movimientos amplios. Conforme aparece el control voluntario podremos realizar actividades más complejas con el fin de mejorar el movimiento coordinado de prensión y liberación. También hay que intervenir en las deficiencias motoras secundarias como: subluxación de hombro, prevención de contracturas, síndrome hombro-mano…
Suelen ser muy frecuentes las reacciones asociadas (reacciones musculares reflejas desprovistas de control voluntario) y los movimientos en bloque. Las primeras aumentan el patrón patológico desencadenándose cuando el usuario realiza actividades con el miembro sano, al bostezar, toser…Los movimientos en bloque aparecen con patrones de flexión o extensión donde el paciente es incapaz de combinarlos o disociarlos para conseguir movimientos selectivos.

  1. Tratamiento de la sensibilidad profunda y superficial; Se ha de tener como objetivo que el usuario sepa distinguir posiciones y dirección de movimiento. Por otro lado, la sensibilidad se trabajará estimulando con diversos tejidos, presiones y temperaturas. (Movimientos contra resistencia, botar una pelota…)
  2. Tratamiento de déficit perceptivo/cognitivo; varía en función del paciente. Uno de los temas a tratar es el Síndrome de negligencia:
Se debe informar al paciente y a su familia sobre la naturaleza del problema de forma que no haya ningún tipo de confusión. No debemos olvidar que son muy importantes los intereses y expectativas de los pacientes y de sus familiares, a la hora de adecuar nuestro tratamiento en la medida de lo posible. La técnica más utilizada desde la Terapia Ocupacional es la de comprensión. Hay que intentar que el paciente vaya afrontando de forma progresiva sus dificultades, ya sea a nivel cognitivos, de AVD, sociales…, todo ello con las adaptaciones particulares pertinentes.

Como conclusión podemos decir que la problemática del usuario hemipléjico es muy compleja, de modo que el terapeuta debe valorar y planificar un programa terapéutico que permita subsanar las necesidades individuales consiguiendo una máxima capacidad funcional. No existen ni recetas ni técnicas únicas para estos afectados por los déficits neurológicos residuales tras el ictus, los terapeutas debemos saber conjugar todos los conocimientos de forma coherente y eficaz para poder atender las necesidades específicas de cada caso.

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Fuente:   http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1455542


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